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   CASA DE MISERICORDIA   

Nos situamos frente a la Casa de Misericordia y tribuna.

Esta casa aún conserva la fachada y las escaleras que accedían al interior. Hoy es un Centro Sociosanitario, pionero en Cataluña. Sigue acogiendo y atendiendo con preferencia a los ancianos más necesitados y otras personas con problemas sociales.

Si miramos a nuestra derecha en la pared con arcos, vemos una vidriera que protege una celosía de madera. Es lo que llamamos LA TRIBUNA, que en tiempos de María Rosa Molas daba al interior de la iglesia, hoy desaparecida para ensanchar la calle.

Podremos observarla, accediendo a al interior de la sala-capilla. 

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Estamos ante la Casa que es para las Hermanas de la Consolación y para tantas personas que viven su carisma y sienten su cercanía, un recuerdo y una presencia de la mujer santa que fue María Rosa Molas.

(La siguiente reflexión se puede hacer dentro del edificio, en la capilla de la tribuna)

La tribuna era un lugar de oración. Este lugar nos resulta un lugar sagrado. Aquí María Rosa, en sus largas noches de oración, pensando en sus pobres exclamaba: «¡A mí todo me sobra y cuantos pobrecitos hay sin amparo y sin consuelo!». Se levantaba de su reclinatorio y salía a ver a los enfermos, para llevar una manta —a veces la suya propia— al anciano que tenía frío, o una taza de caldo a quien la necesitaba, o visitar a las hermanas que pasaban malas noches para darles consuelo con su palabra y su cercanía. Y tantos gestos nacidos al calor de la oración en esta tribuna.

No deja de ser un símbolo el que hoy la tribuna se asome a una calle de Jesús. Puede que María Rosa, desde su tribuna en la atalaya de la eternidad, nos invite a orar —desde esta tribuna— por tantos hombres y mujeres que transitan por las calles de la vida en cualquier lugar del mundo y necesitan de nuestra oración. Y ella nos invita a elevar aquí —donde ella oró— una plegaria por las necesidades de la Iglesia y de nuestros hermanos.

Un poco de historia

 

Aquí llegaron las primeras Hermanas el 18 de marzo de 1849, provenientes de Reus a petición del ayuntamiento de Tortosa.

Aquí nace la Congregación de las Hermanas de la Consolación. El 14 de noviembre de 1858, recibe el Instituto el nombre de Hermanas de Ntra. Sra. de la Consolación. Nombre con el que somos conocidas en la Iglesia y en el mundo.

En esta Casa de Misericordia se establece el primer Noviciado de la Consolación, en la parte alta del edificio, con las tres primeras novicias tortosinas que ingresan el 8 de diciembre de 1858.

Y de aquí partirán las fundaciones en tiempo de María Rosa Molas.

Y en esta Casa de Misericor­dia el 11 de junio de 1876, domingo de la Santísima Trinidad, moría María Rosa Molas.

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Una pregunta

 

Para empezar mejor dos.

¿Por qué María Rosa es destinada a Tortosa?

Se habían cruzado algunas cartas. Unas, las del Ayuntamiento de Tortosa, las de petición. Otras, las de sor Luisa Estivill, superiora del Hospital de Reus, las de «conforme». El Ayuntamiento de Tortosa pide a sor Luisa que le envíe algunas hermanas para hacerse cargo de la Casa de Misericordia del Jesús, que está atravesando un momento lamentable. Y a Tortosa va María Rosa como superiora al frente de cuatro hermanas.

 

¿Qué le espera a María Rosa en la Casa de Misericor­dia?

Un cóctel de desgraciados, que va del minusválido al vicioso, pasando por el anciano enfermo, el niño expósito, la mujer de fama dudosa, el pobre que deam­bula por las calles... El panorama de la casa es impresio­nante por su perfecto desorden: comida desabrida, asilados sucios. Cubiertos de pústulas corretean sus harapos por las distintas dependen­cias, privados del más elemental cariño. El trabajo y el amor de María Rosa y sus hermanas trasforman en pocos días esta casa de mise­ria —así la llamaba el pueblo— en Casa de Misericordia. Tienen comida caliente y muda limpia y, sobre todo, un trato cariñoso. Todos descubren en María Rosa el corazón de una madre.

 

Antes del mes, María Rosa abre una escuela para los niñas del Jesús y de los arrabales próximos, porque «quiere formarlos y ganar sus corazones para Dios».

 

Los resultados de esta escuela eran evidentes y el Ayuntamiento de Tor­tosa pedirá a María Rosa que asuma la dirección de una escuela pública en la ciudad. Y también que se haga cargo del Hospital de la Santa Cruz en Torto­sa, que atraviesa un momento difícil.

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En ruta

De esta Casa parte para Tortosa muchas mañanas María Rosa, bien para visitar a las comunidades, o por algún asunto en el obispado, o en el ayuntamiento. O sencillamente realizar algún encargo.

 

Seguimos sus pasos.

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