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El Toscà

       

       ¿Quién no ha visitado El Toscá en las cercanías de Tortosa? Situado al pie dels Ports d’Alfara, es hoy lugar de gran interés turístico. Ayer más visitado por sus aguas medicinales. El agua cristalina y fresca cae estrepitosamente por una veintena de canales naturales sobre la piedra y las gentes del contorno, del Deltebre y del Montsiá, acuden a reponerse de sus enfermedades. Al lado del camino que atraviesa el barranco y junto a las casas del Toscá se encuentra la Font del ferro, muy apreciada por su valor medicinal, sobre todo en hierro. Las piedras donde cae el agua de esta fuente dan la sensación de estar pintadas de rojo, por la fuerza del hierro que lleva. Se encuentra en el Toscá la Ermita de santa Magdalena, la iglesia de San Julián, la Casa dels Canonges y se divisa el castillo de Carles.

           

           Aquí venía con alguna frecuencia María Rosa.

           

         Desde el señor Joan, ya casi centenario, nos llegan recuerdos de su infancia. Recuerda que la Madre Fundadora subía al Toscá en una tartana, arrastrada por un caballo o una mula. De esto no se acuerda bien. Iba acompañada por un pequeño grupo de hermanas y novicias. La finalidad era doble: descansar unos días y reponerse las hermanas de salud más frágil, ya que tenían allí la font del ferro, que era un gran reconstituyente. Así opinaba no sólo el señor Joan, sino la gente del contorno, como sabemos.

           

       Nos cuenta con gracia que se hospedaban en «la Casa dels Canonges» que ya no existe y ha dado paso a un moderno chalet. Esta casa se encontraba frente a la ermita de Santa Magdalena. Lo que el señor Joan no sabe bien —y por eso lo refiere así— es si esta casa era patrimonio de una hermana de la Consolación que después la legó a los canónigos de Tortosa, o ya era de los canónigos cuando subía la Madre Fundadora. De todos modos allí se hospedaban.

           

           Esto es lo que sabemos por tradición oral.

La ermita de Mig camí

       

          También sabemos por tradición oral que María Rosa visitaba con frecuencia la ermita de Mig-Camí. Solía subir con sus alumnas de los colegios de Tortosa, Roquetas y de la escuela de Jesús. Vive muy de cerca las costumbres tortosinas. Es una manera de fomentar la propia cultura desde las tradiciones de esta tierra donde ella vive y fomentar entre sus alumnas el amor al propio suelo, porque todo es formación.

           

       Con el aire de la mañana nos encontramos a María Rosa subiendo con sus alumnas que, a esas horas, escuchan el repique de campana de las iglesias, tocando a misa, porque ese domingo es misa cantada ya que se celebra la fiesta de la Virgen de la Providencia. Las pequeñas corren. Las de 13 ó 14 años se acercan a María Rosa para que les explique el porqué van ese domingo a la misa en la ermita de Mig-Camí. Van a la ermita que le robó el corazón a Ramón Vergés Paulí: «eixa ermiteta que ‘me te el cor robat’ pos allí troba consol sempre que, palpitant d’amor, me demana a la Mare de Deu de la Providencia». No sólo a don Ramón. También a los tortosinos y a María Rosa, que siente especial devoción por esta Virgen de la Providencia. También ella con sus alumnas repetía: «¡quin trosset del terme nostre mes preciós!».

           

         Les va explicando a sus alumnas la historia de esta ermita desde la invasión árabe, pasando por los distintos sitios que ha sufrido Tortosa y les comenta el porqué del nombre de Mig-Camí, antes Mitán-Camí, por encontrarse a mitad de camino de otra ermita tortosina de gran devoción también, la ermita de Coll del Alba. Y después de este recorrido, subiendo a pie por la Simpática, ya están en la ermita.

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