Nos hemos ido a Tortosa, pasando por Ferrerías. Y cruzamos el puente de l’Estat para entrar en la ciudad.
Por aquí pasaba María Rosa, entonces, por un puente de barcas.
Nosotros nos paramos a observar lo que nos ofrece la vista: catedral, barrio del Rastre, el castillo y murallas. Y en la parte superior el hospital “Virgen de la Cinta”, ubicado en la zona donde, en tiempos de María Rosa, existía el cuartel y que en épocas de epidemias se convertía en Lazareto. Tenemos constancia de que María Rosa y las hermanas de las comunidades de Tortosa se prestaban voluntariamente para cuidar a los enfermos.
Nos quedamos por un momento con esta imagen: La disponibilidad y el compromiso sin condiciones. Esos eran los sentimientos de María Rosa: para beneficiar al pobre y al enfermo no encontraba trabas ni dificultades.
Un poco de historia
Para María Rosa, exponer la vida era algo natural. Recordemos que su madre murió cuidando a los enfermos de cólera en la epidemia de 1834 en la ciudad de Reus.
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Veamos el testimonio que nos da sor Caridad Sapeira:
“Cuando se encontraba todavía en el Hospital de Reus, estuvieron algunos enfermos aquejados de enfermedad muy contagiosa y sus compañeras le advirtieron que tuviese cuidado, porque hubiera podido fácilmente contraer la enfermedad y morir. Ella respondió que sería para ella una fortuna morir por amor al prójimo, cumpliendo con su deber, y no dejó de asistir a los apestados”.
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Las autoridades de Tortosa conocen la disponibilidad de María Rosa Molas y cuando llega de nuevo el cólera asiático en setiembre de 1865, el ayuntamiento acude a ella. Responde expresando el gran gozo por la petición que se le hace:
“Me he enterado de la honorífica y atenta comunicación de Vuestra Señoría y, consultadas las Hermanas, estamos dispuestas a dar pruebas de verdadera caridad y afecto con los pobres y la ciudad, como en otras épocas”.
Una pregunta
¿Dónde va María Rosa? ¿Por qué corre tanto esta mañana? Tiene hora en el ayuntamiento para defender algo que ataña a la vida de sus pobres. Ayer le llegó la noticia extraoficialmente de que el ayuntamiento ha decidido vender el huerto de la Casa de Misericordia. Es una venta injusta, quitar ese espacio a la Casa. Desaparecería el huerto, y el espacio de juego para los niños, y de paseo. En el ayuntamiento se enfrenta con los implicados. Con convicción, con firmeza, con aplomo. Actúa libremente, no defiende nada para ella. Lucha por los intereses del pobre, habla por los que no tienen voz y, al fin, su palabra y su actitud vencen. La Misericordia seguirá teniendo sus espacios verdes.
En ruta
Y seguimos sin demora. ¡Nos quedan más cosas por descubrir!