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   HOSPITAL DE LA SANTA CRUZ   

Nos encontramos en la plaza dels Estudis, en tiempos de María Rosa, plaza del Hospital.

Estamos cerca de la catedral y del palacio episcopal y junto a las bellas construcciones renacentistas de los Reales Colegios y la iglesia de Santo Domingo.

Actualmente este edificio es la sede de los Juzgados de Tortosa. Es el antiguo hospital de la Santa Creu. Encima de la puerta aún podemos leer el nombre: “Hospital Sta. Cruz, año 1768”.

El edificio es barroco y fue construido para dar servicio como hospital. En el momento de la desamortización, era el hospital más importante de la provincia de Tarragona, en cuanto a número de camas.

Desarrolló su función hasta 1906, año en que fue trasladado a la Casa de Misericordia de Jesús.

De este hospital se hizo cargo María Rosa el 13 de abril de 1852.

 

Un poco de historia

 

En el año 1852 el Ayuntamiento de Tortosa reclama la presencia de María Rosa Molas para el hospital de la ciudad. Pide que se haga cargo del hospital de la Santa Cruz, del que la precaria asistencia y descuidada higiene reclamaban con urgencia la presencia y cariño de corazones caritativos.

Quieren presenciar la misma transformación operada en la Casa de Misericordia. María Rosa acogió con interés la propuesta. Solicita de sor Estivill más Hermanas. El 13 de abril de 1852 llegan tres Hermanas para hacerse cargo del hospital.

María Rosa es mujer de gobierno, abierta, disponible, dispuesta al sacrificio, a la entrega y al compromiso con las necesidades de los hombres y mujeres de su tiempo.

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Una pregunta

 

Se la hacemos a sor Rafaela Canals, que vivió con la Madre, fue de las cuatro primeras Hermanas que llegaron de Reus.

¿Nos puedes explicar algo del espíritu con que vivía María Rosa?

Os lo explico con un hecho ocurrido en la Misericordia. En busca de refugio, llegaron dos chiquillas de Roquetas a la Casa de Misericordia, se llaman Jenara y María. Las dos estaban en malas condiciones, sus cabezas cubiertas de tiña. Se las presentaron a María Rosa con gesto de interrogante. Ella, sin vacilar, se puso a lavarles personalmente la cabeza, con delicadeza, con cariño. María y Jenara quedaron nuevas, no parecen las mismas. Pero no es solo la limpieza. Las Hermanas y las personas que han presenciado la escena comprueban con asombro que la tiña ha desaparecido. María Rosa no comenta el hecho. Ahora le preocupa la situación de las niñas, no tienen a dónde ir. Ella misma hizo los trámites en el Ayuntamiento y las dos niñas se quedaron a vivir en la Misericordia.

Acompañar a los enfermos es para María Rosa, remediarles y atenderles, desvivirse, velarles, vivir a gusto con ellos, sentirse entrañablemente compañera, hermana, madre, con los sentimientos de Jesús.

Y la gente sencilla del pueblo, los pobres y los enfermos así lo perciben y la llaman madre.

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En ruta

Ahora como estamos cerca visitaremos los Reales Colegios y la iglesia de Santo Domingo. Un espacio renacentista único en Cataluña. Y que a nosotros además nos interesa visitar para descubrir un nuevo lugar.

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