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   CONVENTO FRANCISCANOS  

Nos encontramos ante la vista panorámica de todo el pueblo de Jesús, en la parte inferior vemos el antiguo convento de franciscanos (1), hoy sede del ayuntamiento y locales parroquiales, en el conjunto destaca la torre de la iglesia parroquial. Seguimos observando esta foto, a la derecha destaca en blanco el Hospital de la Santa Cruz (2) y en ladrillo podemos ver los edificios de la Casa madre de las Hermanas de la Consolación (2). Los que hacemos este recorrido a pie, nos encontraremos a orillas del canal de la derecha del Ebro, inaugurado el año 1857, fecha que nos recuerda el inicio del periodo fundacional de la Congregación. Caminamos unos 50 m. y ya nos encontramos enfrente del ayuntamiento y parroquia. En este edificio se trasladó por unos años el hospital de la Santa Cruz.

 

Un poco de historia

 

El antiguo convento franciscano se llamaba de “Santa María de Jesús” (siglos XV-XVIII). Tal era su importancia que dio nombre a este pueblo. Nos podemos acercar a la fachada de la iglesia para observar una antigua imagen de la Virgen en bajo relieve.

 Salieron los franciscanos durante la exclaustración de Mendizabal y en 1844 se instala en dicho convento una fábrica de vidrio, aunque la iglesia siguió abierta al culto.

En 1850, el edificio es cedido a los Padres Jesuitas que instalan aquí el colegio Máximo, hasta que son expulsados a raíz de la revolución septembrina en 1868. Entonces la Junta Revolucionaria decide instalar aquí el hospital civil de la ciudad de Tortosa que continuó hasta 1876 en que, de nuevo, el hospital se trasladó a la plaza del Estudis.

En el año 1906 el hospital de la Santa Cruz se traslada definitivamente a la Casa de Misericordia.

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Una pregunta

 

María Rosa que vive veintisiete años en Tortosa, ¿no disfrutó de la belleza de su entorno y paisaje? La tradición nos dice que sí, pero pensando más en las necesidades de las Hermanas que en su propio descanso. Veamos.

El traslado de los enfermos a este local de Jesús ha supuesto un esfuerzo para las Hermanas ya que debían reorganizar las cosas y que los enfermos quedaran debidamente instalados. La Madre atenta a las necesidades, también de sus Hermanas, organiza unos breves días de descanso en el Toscà.

Nos servimos de la tradición oral de la gente de este pueblo. El señor Joan ha oído contar a su familia que la Madre Fundadora subía con las Hermanas al Toscá en una tartana con el fin de descansar unos días y reponerse. Allí está  la “Font de Ferro”, cuya agua era un gran reconstituyente. Se hospedaban en «la Casa dels Canonges», que se encontraba frente a la ermita de Santa Magdalena.

Esta tradición nos habla del espíritu de la Madre, de su delicadeza y atención a las Hermanas. Una gran mujer que se prodiga en detalles y cuidados.

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En ruta

Y nos dirigimos a la Casa Madre por la calle de la Rosa, en el nº 15, podemos ver una fecha en la portalada de la casa -1859-, esculpida en mármol rosado de Tortosa, un año que nos sigue recordando el periodo fundacional.

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